Noviembre, 2020 | Columna de opinión | Francisca Muñoz
Actualmente, han surgido múltiples medios alternativos a causa de las manifestaciones que ocurren alrededor de todo el mundo y del encubrimiento de la prensa tradicional ante estas manifestaciones y violencias.
Medios de comunicación masiva se han encargado de cubrir sus verdaderas finalidades, centradas en corrientes ideológicas ligadas a lo político y económico, que ocultan y manipulan la verdad. Sin embargo, esto ha ido generando espacios para que surjan medios independientes, los cuales dan a conocer la realidad.
En el contexto de las manifestaciones “Los medios tradicionales silencian, omiten y se restan de esto. Buscan sacar la violencia policial de la pauta”[1] mientras que la contrainformación es una forma de poder social y revolución, que proviene de personas que han decidido informar, algunos sin necesidad de tener un título universitario que los respalden como comunicadores. Esto genera que exista una diferencia entre los tipos de medios, “la diferencia radica que hay que algunos pasaron por la universidad y que parecen tener un estatus informativo superior y luego están los que se han hecho comunicadores, reporteros de manera autodidacta y pareciera que su derecho a informar que valiera menos”[2]
A pesar de estos inconvenientes, la justicia social es uno de los valores que se pueden encontrar en los medios independientes “(…) periodistas que realizan arduas investigaciones de casos de corrupción, de ilegalidades empresariales, de injusticias cometidas por las instituciones y empresas hacia personas de clases populares”[3].
Se han generado fuertes luchas en contra de la corrupción informativa de las grandes empresas televisivas, que nos mantienen cegados con programas de entretenimiento, morbo, sexismo, que pasan a ser parte de la normalidad de los medios chilenos.
La censura de los medios tradicionales está ligada al control del monopolio televisivo, debido a que el dominio de los canales o radios dependen del rating y el manejo político.
Son las y los periodistas independientes que ponen el cuerpo en las calles, en las marchas, tomando notas, haciendo fotografías, grabando en el fondo de barrios marginales, en las universidades, en comunidades indígenas, o en localidades rurales que defienden sus escasas tierras ante el avance de las industrias que buscan destruir el medioambiente.“(...) periodistas independientes, que no se subyugan bajo la línea empresarial dominante, por lo contrario, luchan desde el espacio de la comunicación para dar a conocer la otra cara de la realidad de nuestro país”[4]
La manipulación y censura en los medios tradicionales ha llegado a un punto en donde “(…) sin darte cuenta enfocas tu mirada hacia lo que se transmite en los canales de TV o Radios que responden a las corporaciones, que sutilmente manipulan la información para que termines pensando-actuando-diciendo lo que las clases dominantes desean”[5]
El consumo de información manipulada, entretenimiento mediático, es parte de la realidad que nos entregan los medios de comunicación masivos. Sin embargo, vivimos desinformados en nuestro propio país. Pero “Aún bajo esta premisa subsisten múltiples nomenclaturas, tales como contrainformación, medios radicales, independientes, ciudadanos, comunitarios, populares o sociales”[6]
[1] “Huellas de una sociedad acallada: la comunicación como derecho humano” conversatorio periodismo Usach, 2020 [2] “Huellas de una sociedad acallada: la comunicación como derecho humano” conversatorio periodismo Usach, 2020 [3] http://artigoo.com/necesario-periodismo-alternativo [4] http://artigoo.com/necesario-periodismo-alternativo [5] http://artigoo.com/necesario-periodismo-alternativo [6] http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632009000200011
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